“La Realeza de Cristo es, por inspiración del Espíritu Santo, el carisma y “el don fundacional”, propio del Instituto y de la Legión de Cristo Rey. Es el ideal, la pasión y el estilo que debe impregnar la vida, la formación y la acción de los sacerdotes, hermanos y legionarios de Cristo Rey; es el sello o marca que los identifique, distinga y una, en el seno amoroso de nuestra Santa Iglesia, Madre, Maestra y Reina”. (P. José Luis Torres-Pardo, CR. Fundador del ICR y la LCR)

Ejercicios Espirituales

“El libro de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, ha sido recomendado y alabado sucesivamente, nada menos que por 40 papas, desde Paulo III a Francisco, y de un modo especial, Pío XI con las cartas “Mens Nostra “y “Meditantribus Nobis”. Muy pocos libros habrán recibido de la Santa Sede tantas alabanzas y recomendaciones. Nótese que los Ejercicios no fueron escritos para ser leídos, sino para ser vividos, durante y después del retiro. Su fuerza irresistible radica en que hablan directamente al corazón del hombre, provocando un cambio profundo, una nueva manera de ser, de pensar y de actuar. La solución a todos los problemas está en la conversión total del hombre. ¡No hay sociedad sin hombres! ¡Y no hay hombres sin Dios!”
P. José Luis Torres-Pardo, C.R., Fundador del Instituto Cristo Rey

 

“Los Ejercicios Espirituales son una intensa experiencia de Dios, suscitada por la escucha de su Palabra, comprendida y acogida en la propia vida personal, bajo la acción del Espíritu Santo, que en un clima de silencio, de oración y con la mediación de un guía espiritual, ofrece capacidad de discernimiento para purificar el corazón, convertir la vida, seguir a Cristo y cumplir la propia misión en la Iglesia y en el mundo.”
Papa Benedicto XVI, 9 de febrero de 2008

 

“Los hombres de hoy tienen necesidad de encontrar a Dios no “de oídas”. Los Ejercicios Espirituales nos invitan a una experiencia de Dios, de su amor y de su belleza. El que vive los ejercicios espirituales con autenticidad, experimenta la atracción, la fascinación de Dios, y regresa renovado y transfigurado a la vida habitual, al ministerio, a las relaciones cotidianas, llevando consigo la fragancia de Cristo. Ofrecen espacios y tiempos de intensa escucha de la Palabra de Dios en el silencio y en la oración. Ayudan a comprender que la oración es el medio insustituible de la unión con Él.”
Papa Francisco, 3 de marzo de 2014

 

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